miércoles, 13 de noviembre de 2013

“Nos convertimos en un número”

Esta madrugada la policía ha hallado muerta a una mujer en Torremolinos. Su pareja sentimental se entrego en la comisaría confesando a las autoridades el crimen, minutos después del asesinato. Con Eva, que así se llamaba la víctima, ya son 5 las mujeres fallecidas por la violencia de género en la provincia de Málaga, en Andalucía el número se eleva a 12 (10 mujeres y 2 menores).

“Nos convertimos en un número” piensa Belén, mientras escucha un portazo y un grito aterrador de mujer. Continua pegada a la pared de su habitación, con la oreja sintiendo la fría escena que se produce al otro lado. Comienza a llorar desconsoladamente y aprieta su mano fuerte contra su abultada barriga...

El último caso, ocurrió hace apenas una semana, cuando un hombre asesinó a su mujer,de la que estaba separado desde hacía unos meses, en el barrio de Ciudad Jardín (Málaga). El autor del crimen se suicidó después.

...Te quiero, se puede leer en la pantalla de la televisión. De repente comienza a suceder una series de fotografías de la boda de Belén acompañada por una música instrumental que le taladra la cabeza. Fue el último día que recuerda que todo fue perfecto entre ellos. Vuelven los golpes en la casa de al lado. Comienza el vídeo del baile, continúan los gritos, Belén sube el volumen de la televisión...

Eva tenía una orden de alejamiento de su anterior pareja, la cual había caducado, en la comisaría de Torremolinos no consta ninguna denuncia de malos tratos. ¿Es lógico que una orden de alejamiento caduque como un yogur del Mercadona? ¿En qué parte de la justicia se encuentra la dignidad de las personas? ¿Se podría haber evitado?

...Belén despierta de un ligero sueño, a medida que el embarazo avanza está más cansada. Se levanta y se dirige hacia la puerta de la entrada. Hace tiempo que no se escucha nada. Abre la puerta. En el edificio se respira un silencio sepulcral...

Las autoridades han indicado que no hay constancia de denuncias previas por malos tratos por parte de la víctima contra el presunto agresor. Probablemente la víctima estaba fuera del círculo de protección de las administraciones públicas. ¿Por qué? ¿Por miedo de la víctima? ¿Debido a los recortes en políticas sociales, tanto del gobierno central cómo del autonómico, a los organismo que luchan contra la lacra del terrorismo doméstico?

en la pantalla del móvil aparece el nombre de cariño, Belén da un toque al número. Desde que se casaron, hace ahora un año, tiene que comunicar a su pareja, a través de este procedimiento de control estúpido, sus entradas y salidas de la casa. Belén sale al rellano, la puerta de su vecina esta entreabierta. Camina lentamente, entra en el recibidor, ese lugar que tantos consuelos ha escuchado. Una trinchera que utilizaban para mantenerse con vida. Sigue avanzando por el pasillo. Se lleva un sobresalto al ver a un hombre con unos guantes que camina hacía ella, gritando: “Señora, lo siento mucho pero aquí no puede estar usted”. Se trata de un policía. A Belén no le hace falta preguntar ¿qué ha pasado?...

La lucha contra la violencia de género tiene que ser una lucha constante por parte de todos y todas. Las instituciones tienen que dejar de trabajar contra la violencia de género reduciéndola a una simple efemérides, acompañándola de una bonita campaña institucional, así cómo de fotografías de las autoridades que gobiernan la ciudad con un lazo morado cada 25 de noviembre. La lucha se debe hacer de manera transversal desde todos los ámbitos político, social y económico.


...Abre la puerta, en la calle un grupo de fotógrafos y cámaras de televisión invaden la calzada junto a una ambulancia y dos coches de atestados de la policía. Belén se tapa la cara con un pañuelo. Sigue caminando, mientras se aleja del bullicio cierra los ojos con fuerza, deja escapar alguna lágrima. Piensa en su marido, cree que cambiará cuando de a luz. “Él esta nervioso por el trabajo nuevo, mucha presión, no le ha sentado bien su ascenso”, le echa las culpa de su violento comportamiento a las derrotas de se equipo de fútbol favorito, al distanciamiento con su hermana, a los nervios por ser padre primerizo. Confía en que su actitud cambiará cuando nazca el bebé. Decidida encamina sus pasos hacia la panadería. El pan tiene que estar caliente cuando su marido llegue a comer. Entra en el establecimiento. Todo el mundo está hablando de los ocurrido a escasos metros. Cada cliente da su versión de los hechos: “La ha matado por celos”; “han sido 14 puñaladas”; “yo escuché en la radio que la ha estrangulado”; “ella no había interpuesto ninguna denuncia”. La dependienta modera el debate mientras despacha el pan. Belén no puede respirar, callada asiste a la batería de titulares pronunciadas por sus vecinos. De repente siente un dolor en el pecho, no puede respirar. Sale a la calle a respirar aire fresco. Se aleja de la panadería y camina rápida hacia delante. Sube las escaleras y entra en el edificio. En la fachada se puede leer: “Comisaría de policía”. Ya dentro, Belén abre los ojos pensando en que no quiere ser la siguiente, se niega ha convertirse en un número.








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